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¿Te sientes estúpido por no saber?
Aún sabiendo algo, ¿qué tan estúpido puedes llegar a ser?
Las situaciones ambiguas, confusas, inciertas nos ponen en situación de estrés, y de miedo. Lo inesperado existe y es importante estar preparado para enfrentarnos a ello y estar dispuestos a hallar nuevas soluciones ante cualquier cambio imprevisto.

Sin duda preferimos tener conocimiento para tomar alguna decisión importante.
En los últimos diez años he visto como van apareciendo infinidad de ofertas de conocimiento y formación para obtener los máximos títulos académicos, el obtener un Ph D. o un Postdoctorado.
En la medida que tenemos más conocimientos, nos sentimos más valorados psicológica y económicamente, nos hace sentir más importantes, más inteligentes y hasta más poderosos.
Nos formamos para ser más competentes, o para obtener un mejor sueldo que nos permita tener una vida holgada, cómoda y que nos dé prestigio.
El conocimiento nos promete ser más respetados, y con más abundancia financiera.
Aquí el primer cuento de Mulá Rasrudin:
Nasrudín fue enviado por el rey a investigar sobre la sabiduría de varios clases de maestros místicos orientales. En todos los casos le historiaron todos los milagros y dichos de los fundadores y los maestros de las escuelas, muertos hacía ya tiempo.
A su regreso, el Mulá presentó un informe que sólo contenía una palabra,
“Zanahorias”.
El monarca lo hizo llamar a su presencia para que diera una explicación sobre esto. Nasrudin dijo:
-La parte mejor está enterrada; por el verde muy pocos saben, excepto los expertos, que hay anaranjado bajo la tierra. Si no se trabaja por ella se deteriorará; a ella se encuentra asociada una gran cantidad de burros. Tomado del texto: 30 historias de Nasrudim Hodja. Aquiles Julián.
Hay 6 motivos para confiar en tu “no saber” y aprender de la estupidez
1.Lo que el conocimiento puede hacernos perder
El problema con el conocimiento es que nos aferramos a él como la única verdad y puede ser un estorbo para nuevos aprendizajes.
El exceso de confianza por tener el conocimiento no nos permite reconocer un posible narcisismo o una inflación del ego.
Una confianza exagerada en nosotros mismos nos predispone a juzgar, hasta llevarnos a ver la realidad con demasiado optimismo.
Y aquí aparece la estupidez!!!
Creer que nada malo pasará, por exceso de confianza.
El constructor que nunca se le ha caído un edificio, se confía. El navegante que nunca a naufragado se confía. En junio de 2017, sucedió una tragedia por esta estupidez de confianza excesiva, aquí en Antioquia.
Ver noticia aquí.
2.De la estupidez que enferma a la estupidez que sana
Sabemos que muchos de los descubrimientos más útiles se hicieron por error. Y sin embargo, al cometer errores nos sentimos estúpidos en lugar de más sabios.
Es comprensible la estupidez por no saber, pero incomprensible la estupidez teniendo el saber.
Creo que una cosa es la estupidez por “no saber” y otra es la estupidez cuando se sabe. Es lo que yo llamo en este orden, la estupidez que sana y la estupidez que enferma
Convertirnos en personas mecánicas, rígidas, burócratas y obsesivas que nos conduce a la enfermedad. O podemos pasar a otro nivel si hacemos cosas más “locas”, atrevidas, o creativas para liberarnos del miedo, esta nos ayuda a sanar.
Generalmente el que sabe tiene poder, y también hace estupideces. El que tiene una autoridad cree a los demás tontos.
Muchos problemas graves que se podían predecir con exactitud y sin embargo, se han obviado estúpidamente o manejado con suma ineficacia. Por ello la estupidez es peligrosa.
Es cierto que la estupidez es impredecible, pero también es cierto que lo impredecible nos puede hacer sentir estúpidos o hacer sentir sabios. Es nuestra elección.
Afortunadamente no somos uno de esos polos, ni inteligentes, estúpidos.
Podremos ser inteligentes en algo y estúpidos en otras cosas.
Cuando uso el clown como herramienta en procesos de grupo, les invito a que bajen de su cabeza llena de normas y procedimientos lógicos, y confíen en su cuerpo y sus emociones.
Este personaje nos muestra la vulnerabilidad por los errores y lo que no puede ser dicho, porque sino es censurado por los demás.
Pareciera que sólo podemos ser estúpidos 2 veces en la vida: Cuando somos niños (inocencia) o cuando somos primíparos en algo (ignorancia).
Y relacionando el Clown como el personaje mágico que nos da licencia para ser tontos y felices, acuño la frase de Jean Paul “La estupidez es el remedio universal, tanto tiempo buscado, que cura todas las enfermedades”
Y …“solo un idiota puede ser totalmente feliz” Mario Vargas Llosa
3.¿Qué es mejor, dudar o confiar?
Si admitimos nuestras dudas tendremos más flexibilidad y apertura necesaria para el aprendizaje. No hay que confundirla con la falta de confianza en nosotros mismos. La duda no es una debilidad. Es muy humana.
Con mi experiencia en procesos de selección, todos los entrevistados son lo máximo. Todos quieren mostrar mucha confianza en si mismos —y es que a mi también me ha pasado—, para sobrepasar a los demás candidatos debo sacar mis más altas calificaciones.
Las ventajas sociales se ven a simple vista, es mejor ser percibido como alguien líder, seguro, sociable y audaz, que ser percibido como una persona tímida, temerosa, indecisa o ingenua.
Cuantas veces has escuchado en diferentes lugares o personas la llamada “zona de confort”?,
A medida que pasan los años acumulamos experiencia y conocimiento y adquirimos una experticia, pero debemos estar cuidadosos, porque por estar demasiado confiados podremos fallar y defraudar expectativas de los demás. Esta es una zona de confort.
Admitir que no sabemos algo requiere valentía y pasión por aprender.
La “maldición de saber” nos limita ver otras nuevas maneras de plantear un problema al que ya le hemos conocido las soluciones a problemas semejantes.
Se pide siempre en una convocatoria para un empleo que un profesional tenga experiencia, pero ¿en qué momento se le da la oportunidad al que no tiene experiencia?
En algunos casos, que un candidato me diga, “no sé” no lo descarto. Pero algunas empresas que hacen selección eso les indica “no es apto para el cargo”.
Las empresas prefieren contratar a que tengan un conocimiento especializado, y no se preguntan que otras ramas del saber domina este profesional.
Cuantos expertos con doctorados, se enredan, se complican en explicar algo o también en aplicar el conocimiento. Esto es una maldición. Ese lenguaje complejo suelo considerarlo como una máscara para aparentar dominio de un tema, pero que en realidad es poco práctico, nada amigable.
Solemos pensar que la inteligencia es compleja y la estupidez es simple. Pero esto no es cierto, ya que complicar las cosas es más fácil y simplificarlas es más difícil.

Aquí el segundo cuento de Rasrudin:
Cierta mañana Nasrudín envolvió un huevo en un pañuelo, se fue al centro de la plaza de su ciudad y llamó a los que pasaban por allí.
-¡Hoy tendremos un importante concurso! -dijo-, ¡Quien descubra lo que está envuelto en este pañuelo, recibirá de regalo el huevo que está dentro!
Las personas se miraron, intrigadas, y respondieron:
-¿Cómo podemos saberlo? ¡Ninguno de nosotros es adivino!
Nasrudín insistió:
-Lo que está en este pañuelo tiene un centro que es amarillo como una yema, rodeado de un líquido del color de la clara, que a su vez está contenido dentro de una cáscara que se rompe fácilmente. Es un símbolo de fertilidad, y nos recuerda a los pájaros que vuelan hacia sus nidos.
Entonces, ¿quién puede decirme lo que está escondido?
Todos los habitantes pensaban que Nasrudín tenía en sus manos un huevo, pero la respuesta era tan obvia que nadie quiso pasar vergüenza delante de los otros. ¿Y si no fuese un huevo, sino algo muy importante, producto de la fértil imaginación mística de los sufíes? Un centro amarillo podía significar algo del sol, el líquido a su alrededor tal vez fuese algún preparado de alquimia. No, aquel loco estaba queriendo que alguien hiciera el ridículo.
Nasrudín preguntó dos veces más y nadie se arriesgó a decir algo impropio. Entonces él abrió el pañuelo y mostró a todos el huevo.
-Todos ustedes sabían la respuesta -afirmó-, y nadie osó traducirla en palabra
Tomado del texto: 30 historias de Nasrudim Hodja. Aquiles Julián.
Los coach expertos que encontramos ahora muestran esa confianza exagerada de la que hay que tener cuidado.
Cuando tenemos un cierto reconocimiento en el sector que trabajamos y sobre todo si tenemos un cargo de dirección, si que nos gusta decirle a la gente lo que tiene que hacer o si no al menos que parezca que sabemos más entre el grupo.
La necesidad de certeza nos hace que busquemos a alguien que nos muestre seguridad en lo que dice y listo. Ya encontramos al gurú. La ilusión de los expertos nos da tranquilidad.
Cuantas veces fingimos tener el conocimiento para satisfacer las expectativas de otros para demostrar nuestra seguridad y certeza
“Tener razón demasiado pronto es lo mismo que equivocarse”, como sostiene Margarite Yourcenar.
Nos contratan como consultores porque sabemos algo que otros no saben. Y esto tiene parte de razón y otra parte no. Cuando me consulta una persona o una empresa, tendré que preguntar muchas cosas para poder saber más, pero siempre habrá alguna sombra que se escape o se oculte. Poco a poco se corre el velo para ver con mas luz la realidad.
Cuantas veces por no perder un negocio o un cliente, aparentamos que sabemos y comenzamos a lanzarle promesas que no estamos seguros de cumplir.
Esto es bastante arriesgado ya que nos puede generar muchos problemas cuando nuestras lagunas son demasiado obvias.
En este caso nuestros valores, son callados por la ambición
4.¿Qué puedes encontrar en las zonas Limite?
¿Cuáles son tus zonas limites —aquellas experiencias que aún no has vivido—o de riesgo que esperan ser descubiertas?¿lo explorarías por ti mismo o por esperarías a que otros te lo muestren?
Y en tu empresa, sabes cuales pueden ser esas zonas limite? Que aún permanecen ocultas, sin nombrarse, son espacios misteriosos o considerados peligrosos? Puede ser un territorio virgen y salvaje que puede traer algún tesoro no reconocido.
Hay dos escenarios en lo que he vivido situaciones de incertidumbre:
La primera, en sicoterapia. Aunque en una primera sesión se vaya teniendo claridad del motivo de consulta, no se sabé que sucederá en las siguientes sesiones. Cada encuentro es una exploración de terrenos desconocidos.
Programar una sesión es inútil, tal vez el problema haya cambiado de forma.
Apreciar lo que sucede momento a momento es más enriquecedor. No estoy pretendiendo decir que no se estudie el caso. Si no más bien estar abiertos a lo que emerja.
La segunda, en grupos de coaching empresarial. El primer encuentro con un grupo es un encaje de expectativas, la mayoría llega a un grupo para ver la habilidad del experto que dirigirá la sesión.
Y esperan pautas concretas, sin embargo cuando no hay dirección clara, el grupo entra en una confusión, que hasta Confucio se reirá de todos en la cara.
Si todo está fríamente calculado por el capacitador creyéndose el experto, se perderá de la riqueza fenomenológica de los acontecimientos.
Pretender que el conocimiento y experiencias adquiridos nos darán más seguridad es una ilusión tonta, y que le hacemos creer esto a los demás.
Que tal si haces este ejercicio…—a mi me costó, te lo confieso—.
¿Qué has logrado sin acudir a tu capa de conocimiento, cuando las personas demandan de ti un saber?
¿De dónde proviene ese otro saber, no esperado?
¿Sabes cuándo nos apegamos a nuestro conocimiento o nos soltamos y abandonamos un objetivo?
Cuando estamos reaccionando al límite y nos sentimos incómodos con lo que está pasando.
Cuando entramos en un espacio en el que “no sabemos” ya estamos en un espacio en el que no estamos restringidos por el conocimiento actual. El aceptar que no sabemos genera la activación de la curiosidad, del anhelo de investigar.
La curiosidad nos permite conocer cómo vivir con la complejidad, la ambigüedad, y la paradoja cuando estamos en el límite. En este sentido es un espacio positivo, lleno de posibilidades y poder acceder a un conocimiento nuevo y emergente.
¿Qué espacios o experiencias no has conocido aún, que pueden llevarte al límite y sacar lo mejor de ti?
Recuerdas a Juan Salvador Gaviota? —La obra de Richard Bach—. Es una obra magistral que conocí en mi juventud. Juan supo explorar hasta el límite.
¿Qué harías si no tuvieras miedo?

No saber es clave en muchos campos y sobretodo en la creatividad en el arte y el cambio en la sicoterapia.
Cuando aplico el teatro en procesos de acompañamiento de cualquier tema, las acciones de los participantes son guiadas por sus egos, pero en cuando más los sumerjo en la improvisación, poco a poco los llevo a que el ego se retire. Y es allí cuando comienza lo interesante, lo autentico va emergiendo.
Hay unos saberes que en especial nos dan muestra que podemos explorar los terrenos desconocidos y confiar en ellos.
El artista que se aventura en cada obra a salirse de lo conocido
El alpinista que asume un nuevo reto al escalar una nueva montaña
El sicoterapeuta que cautelosamente sabe cuando callar y cuando hablar y que algunos lo llaman: sabiduría estúpida.
El científico que tiene la libertad para desviarse de sus hipótesis hasta llegar a incluso en un cambio de paradigma.
Y el emprendedor que se arriesga a descubrir nuevos nichos de mercado.

5.La falacia del control
Para Ricardo Semler, director ejecutivo brasileño sabe el poder que se tiene al no tener el control.
¿Quieres saber cuál es la locura que tiene este empresario? Escucha su conferencia.
Quiero resaltar la siguiente frase que está en el vídeo.
“De las cosas más importantes de la vida, parece que nadie sabe nada. No sabemos nada del amor, no sabemos nada de la muerte. No sabemos nada del porque estamos aquí”.
Que esta idea proceda de un terapeuta es normal, pero, ¿que venga de un empresario?, si que es una maravilla!!!
Así que, si quieres un futuro más sabio, inicia desde cero o vuelve a comenzar como lo hizo Juan Salvador Gaviota.
Aquí el tercer cuento de Nasrudin:
Nasrudín pasó el otoño entero sembrando y preparando su jardín. Las
flores se abrieron en primavera pero Nasrudin observó que algunos dientes
de León que él no había plantado estaban en algunos lugares del jardín.
Los arrancó, pero las semillas ya se habían esparcido y volvieron a crecer.
Trató entonces de encontrar un veneno que afectara al diente de león. Un técnico le dijo que cualquier veneno terminaría matando también a las otras flores. Desesperado pidió ayuda a un jardinero especialista; este le
dijo:
-Igual que en el casamiento junto con las cosas buenas, terminan viniendo
algunos inconvenientes.
-¿Qué hago?, -insistió Nasrudín.
-Nada, aunque sean flores que tú no pensabas tener ya forman parte de jardín.
Tomado del texto: 30 historias de Nasrudim Hodja. Aquiles Julián.
6.El poder de los valores compartidos
Podemos explorar nuestros límites sin perder los valores. Hay empresas que se cierran porque cuando les llega la crisis, ponen en duda su valor.
Y en estos momentos es cuando más vulnerables nos sentimos. Si conectamos con los valores estos nos pueden volver a infundir seguridad para comenzar de nuevo.
Si una empresa fomenta la comunicación abierta, la confianza en el equipo y sus valores le permitirá obtener resultados más positivos y sólidos financieramente.
Dirigir y controlar menos a las personas permite aumentar el aprendizaje y la creatividad.
Si como lideres aceptamos que no sabemos todo y damos espacio a la construcción colectiva, para planificar el futuro, habrán sorprendentes propuestas y soluciones.
Si hay una claridad en los valores, (el porque) estos nos ayudarán a encontrar el objetivo aunque puede que no esté muy claro (el cómo).
Conozco algunas historias de directivos de empresa, que confiesan su “no saber” a su equipo de trabajo, tienen la valentía y no creen que les van a correr del cargo por “no saber”, saben que es liberador y que esto no es algo que solo se hace en sicoterapia o coaching individual.

Para finalizar…
Hay 3 elementos que se fusionan para actuar estúpidamente: la ignorancia, el miedo y el hábito
La ignorancia puede aumentar el miedo y de modo contario.
El hábito suele ser alimento o excusa de la estupidez y la ignorancia
El hábito nos instala en una zona de confort, así sea que sepamos que es perjudicial o saludable.
Nos limita la curiosidad y los deseos de explorar otras formas de hacer las cosas. Nos ponen tan cómodos, que ni siquiera nos preguntamos si tienen sentido o no. Se convierten en normas o protocolos que nos llevan a una “obediencia ciega” que nos hace permanecer como ignorantes o idiotas útiles.
Quiero dejarte esta frase
“El sabio duda a menudo y cambia de opinión. El necio es terco y no duda; está al cabo de todo, salvo de su propia ignorancia” Akhenaton
Un abrazo
Álvaro D. Cardona M.