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Una cultura guerrera de los samurái, está siendo emulada por el alma guerrera y competitiva de las empresas hoy.
Ser guerrero no es algo que oimos mucho por estos tiempos modernos, aunque si escuchamos amenazas de guerra o victorias de paz. En la actualidad lo más cercano a un escenario de guerra, quizás sea el deporte de alta competencia, pues allí sabemos quién gana y quién pierde. Es el dominio de la vida o la muerte

Es probable que no seas un samurái o un atleta de alto rendimiento, por tanto en este artículo te invito a reflexionar sobre lo que implica generar valor o tener la ventaja competitiva en lo que haces o sabes hacer.
- ¿Cuál es la dinámica competitiva de tu empresa y la de tu práctica profesional?
- ¿Que te motiva a estar siempre en pie de lucha?
- ¿Qué tanta energía estas dedicando a tus proyectos vitales?
El mundo de la empresa y la consultoría sigue teniendo muchos intereses económicos y de poder que pueden estar marcando nuestra manera de responder a los desafíos amenazadores de supervivencia o de superar las tormentas.
La guerra competitiva en la venta de servicios y productos está en el día a día, donde se rebajan los precios y se aumenta la cantidad, para obtener suculentos beneficios. La calidad entonces se sacrifica por la cantidad.
El engaño como estrategia
Zun Tzu nos muestra claramente que el engaño es una de las formas de asustar o desorientar al enemigo. Precisamente no con las armas reales sino las ilusorias.
Y es que muchas empresas usan la estrategia del “engaño” de cara al cliente y a la competencia,—hacia afuera— e incluso las usan hacia adentro, con su propio equipo de trabajo. Tanto aplican el engaño hacia afuera que se lo creen como verdad y penetra la misma organización.
“Perdurar o caer, sobrevivir o desaparecer depende más de lo que tu te hagas a ti mismo que de lo que el mundo te haga a ti”, dice Juanma Ro
Cuando se van escalando lo éxitos y logros, se viene aparejada la arrogancia. Ésta traducida en voracidad y deseo de crecimiento rápido. Este estado es engañoso porque creemos ser capaces de hacer lo que realmente no tenemos dominio. Lo que no se logra saber es, que la vulnerabilidad continua, y no se ven los peligros y el riesgo. Esto es un autoengaño, Tanto que cuando aparecen las amenazas, creemos que la culpa la tiene el mundo afuera.
El engaño convierte la invencibilidad en imbecibilidad como resultado del orgullo y la soberbia. Como dice el refrán: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.
Dice Zun Tzu en el arte de la guerra: “la mejor victoria es vencer sin combatir”. Esta paradoja se entiende cuando se conoce la teoría del Océano Azul —cuando se crean nuevos escenarios donde no hay competencia—.
La innovación, es la mejor forma de ganar la batalla antes de cualquier lucha. Abrir nuevos terrenos inexplorados en el sector permite llevar la delantera, este sería un engaño ilusorio que aprovechamos para avanzar frente a la competencia.

Como vemos la estrategia del engaño puede ser positiva para tener ventajas frente a los competidores, pero puede convertirse en un estilo de estrategia errado cuando se pierde el control y el objetivo de mejorarse a sí mismo.
¿Qué factores permiten que las organizaciones –y las personas- pasen del sueño o del engaño al despertar de la esencia y generar valor?
Durante la semana anterior se vivió en Medellín, una emergencia ambiental. Las soluciones temporarias se basaron en estrategias para disminuir el uso de los vehículos particulares, sin embargo un cambio estructural estará por verse. Se requiere de instaurar una cultura del cuidado del medio ambiente, de toma de conciencia.
Por ello me referiré, al cómo aporta la cultura de una organización para lograr una ventaja competitiva y quedarse como capacidad instalada.
La cultura organizacional es sólida cuando se consideran estas 4 dimensiones, según Ramiro Ponce Figueroa:
1. Visión: la meta que inspira a todos
2. Consistencia: conjunto de normas, reglas, procedimientos y rituales
3. Participación: espacios para informar y tener conversaciones efectivas y entusiastas.
4. Adaptabilidad: la agilidad con que la organización responde a sus clientes externos y su disposición al cambio. Habla de la cultura flexible.
Para mí las dos primeras dimensiones dan la identidad y la solidez. El riesgo: puede volverse un Titanic, se convierte en burocracia, lento y pesado.
Y las 2 últimas nos remiten a la estrategia, que es movible y cambiante. El riesgo: puede volverse un velero; perder el rumbo, faltarle peso y naufragar

Lo que da la identidad
Un verdadero líder tiene una visión que une el más prudente realismo con la visión ensoñadora o mágica. Como ejemplo podemos ver la historia de Steve Jobs.

Un líder puede y debe imprimir el sentido del cambio en las personas a través del ímpetu, del propósito, la misión y valores de la empresa.
En la batalla de la competencia, conocemos muy bien la importancia de la marca personal, del sello propio y el talento; esto es dado por la visión y la misión .
El escenario entre la realidad y la ficción, está presente en cada instante, pero sobretodo en las presentaciones en un escenario. Tanto cuando presentamos una conferencia o representamos una escena, (podemos remitirnos de nuevo a las famosas presentaciones que realizaba Steve Jobs) y sobre todo desde el teatro y la improvisación, que yo aplicó en los grupos que acompaño. Es allí, donde comprendemos el poder de nuestro mago o el loco creativo.
Las normas no son los principios. Pero si, de los principios se pueden establecer las normas y procedimientos.
Es posible que en una organización o en tu quehacer, haya procesos que se convierten en costumbre y que pueden ser obsoletos hoy en dia.
- ¿Qué proceso se puede eliminar que no agrega valor?
- ¿Qué procesos estamos haciendo que agregue valor a la organización?
Lo que da la estrategia
Velocidad como nueva ventaja competitiva
Dice Zun Tzu:
“Cuando la velocidad del agua que fluye alcanza el punto en que puede mover las piedras, esta es la fuerza directa. Cuando la velocidad y maniobrabilidad del halcón es tal que puede atacar y matar, esto es precisión. Lo mismo ocurre con los guerreros expertos: su fuerza es rápida; su precisión, certera. Su fuerza es como disparar una catapulta; su precisión es dar en el objetivo previsto y causar el efecto esperado”. (Cap. 5)
La velocidad para dar respuesta a las necesidades dentro de una empresa en el ámbito humano es crucial, ya que muchas problemáticas que se dan en la comunicación y el clima laboral suelen dejarle aplazadas hasta que llegan a un punto de quiebre o de crisis que suele ser más complejo de sanar.

Esta velocidad en la actuación para buscar mejoras, en algunas ocasiones es visto por algunas empresas como querer solucionar un problema a través de un proceso de capacitación en forma rápida o corto plazista. Y pretenden que el cambio positivo se dé por una corta capacitación de una o dos horas: querer que un coach, solucione un problema de forma mágica en ese corto tiempo, es algo utópico.
Una cosa es actuar rápido ante un problema y otra pretender dar soluciones rápidas, muy de moda en la actualidad de productos light o fast.
Adaptabilidad y resiliencia
Antes de cualquier estrategia de cambio es fundamental afianzar la misión y los valores. Si se establece un compromiso sólido de unificación respecto a los principios que guían las acciones, se podrá hacer frente a cualquier reto de vida o muerte.

El reconocimiento es la contraparte del compromiso. Un directivo ayuda a afianzar la motivación interna de su personal cuando tiene como principio fundador la equidad y la justicia. No se podrá alcanzar el compromiso si no hay un trato equitativo y no con la amenaza de infundir miedo. Se requiere de un líder que infunda esperanza, seguridad y confianza.
Muchas empresas se preguntan después de un proceso formación en coaching, si podrá permanecer la magia sin el mago. Yo diría que si, en tanto que se trabaje en las 4 dimensiones ya mencionadas.

Algunos procesos de Coaching y Educación Experiencial que se realiza en las empresas se focalizan en la línea de la estrategia o del síntoma, donde dan participación a su gente y brindan experiencias de aprendizaje para ser flexibles con lo que está pasando, sin embargo, no se revisa al interior de la organización de cómo se están afianzando los valores, los principios, es decir la identidad. No se da espacio para preguntarse si hay consistencia o no entre la visión con el actuar de las directivas, en la forma como se relaciona con los colaboradores y si los procedimientos actuales son coherentes o no.
Autoconocimiento y prudencia de los líderes
El estilo de administración de un directivo -como Steve Jobs- ha hecho que su propia personalidad se haya convertido en una cultura organizacional.
La calidad directiva se constituye de prudencia, conoce sus propios límites.
La práctica de la meditación ayuda a la integración de mente y corazón, -asi lo hacen los creativos de Silicon Valley-, entendida como inteligencia emocional. Un trabajo de autoconocimiento faculta a los grandes líderes a lograr el justo medio entre temerosidad y temeridad, esa dualidad entre preparación-planificación (en forma lenta) con ejecución (velocidad).
La unidad de gestión o unidad de mando llamada así en el mundo militar, exige según Zun Tzu disciplina, que comienza por el propio líder.
La formación y desarrollo de un directivo –y de sus colaboradores- le ofrecerá las bases para establecer una cultura para sobrevivir, tener éxito y enfrentar los nuevos desafíos de los competidores, dejando un legado por su actitud para hacer cosas imposibles.
Un abrazo
Álvaro D. Cardona M.
La situación medioambiental que vive la ciudad de Medellín, es un buen ejemplo de como se podrían aplicar los principios de visión, consistencia, participación, adaptabilidad.
La visión de ciudad innovadora se agotó cuando comenzó a competir con la ciudad turística y la más educada.
Estas tres visiones han atraído tantas personas que han decidido vivir en la ciudad que en la práctica la han asfixiado. En menos de una década la ciudad ha duplicado su población.
El engaño consiste en hacer creer que la ciudad tiene recursos ilimitados, cuando la realidad es que no puede albergar una población tan grande, en un espacio ambiental y geográficamente muy reducido y definitivamente agotado. «La ambición rompe el saco», decía un antiguo proverbio,
Un dirigente sensato, buscaría como lograr una visión que estuviera acorde con las posibilidades reales y haría alianzas con poblaciones cercanas para que esas otras visiones fueran adoptadas por ellas con acuerdos gana-gana.
Por el momento, puedo observar que son los mismos habitantes de la ciudad quienes han tomado y siguen pensando en reconstruir su vida en otro lugar.
Muy valioso aporte el que nos regalas. Gracias por compartir tu mirada ante las situaciones sociales en las que vivimos actualmente. Saludos.